4 muslos de pollo
4 tomates maduros
Albahaca
Especias provenzales
Diente de ajo
Pimienta negra
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Para hacer la salsa de tomate, freímos los tomates cortados en gajos en una cacerola alta con tres cucharadas de aceite de oliva y el diente de ajo muy picado. Al hacerlo en una cacerola alta, no saltará ni manchará tanto la cocina. Tras unos 30 minutos a fuego muy lento, aplastamos los tomates con una cuchara para que suelten todo su jugo y los sazonamos con la pimienta, las hierbas aromáticas y siete u ocho hojas de albahaca.
Dejamos que sigan otros 10 minutos, siempre a fuego lento y lo probamos, añadiendo un poco de sal o de azúcar según el nivel de acidez que tengan. Después lo pasamos por un pasapuré para obtener una deliciosa salsa de tomate especiada con la que guisaremos los muslos.
Como vimos en la receta de muslos de pollo asados en salsa de limón y vino, es importante que los muslos se cocinen bien para evitar que la carne del interior pegada al hueso quede cruda. Por eso, antes de guisarlos, los cocinamos a la plancha a fuego lento durante unos 8 minutos hasta que toda
su superficie esté bien dorada. No subáis el fuego porque se harán por fuera y quedarán poco hechos en su interior.
Añadimos la salsa de tomate especiada, unas hojitas de romero y tomillo espolvoreadas por encima y dejamos que los muslos se cocinen durante 20 minutos, dándoles la vuelta de vez en cuando.
Para hacerlo, tapamos la cacerola para que el tomate no salpique y no reduzca demasiado por evaporación.
El sabor concentrado de esa salsa de tomate, impregnará la carne del pollo que se cuece en ella, con un resultado espectacular.